ContraHegemonía en Ciencia Política

23/6/09

El 29 no habrá nada que festejar, sino mucho por construir

Declaración de la Corriente Julio Antonio Mella ante las elecciones legislativas del 28 de junio

1- Millones de pesos despilfarrados obscenamente, en una campaña plagada de frivolidades y vaciada de todo debate político relevante, no pueden ocultar lo evidente: cuando el 28 por la noche cierren las mesas de votación, nada tendrá para festejar el pueblo pobre de nuestro país. Cualquiera de las medidas económicas y sociales imprescindibles para atender a las necesidades populares, para defender el salario y el empleo, para proteger a nuestros ancianos y niños, para fortalecer la salud y la educación pública, se encuentran completamente ausentes de la agenda multimediática y de los “programas” de los principales candidatos. Es que, más allá de sus diferencias y peleas (de las reales y de las sobreactuadas) el kirchnerismo, el PJ “disidente” y el radicalismo reciclado disputarán el próximo domingo una “interna abierta” en dónde todos defienden perspectivas completamente hostiles a los intereses populares.
2- Estas elecciones se realizarán en medio de una crisis económica que ha cobrado grandes proporciones en los centros del poder mundial y que empieza a repercutir seriamente en nuestro continente. Para evitar que una vez más seamos los de abajo los que paguemos las consecuencias de la crisis provocada por el capital, se imponen medidas como la recuperación de bienes naturales y recursos energéticos, la nacionalizació n de las industrias estratégicas, la eliminación de los impuestos regresivos y toda una serie de políticas que atiendan a las necesidades sociales más vitales descargando los costos de la crisis sobre las ganancias capitalistas. Estas medidas, muchas de las cuales ya se están llevando adelante en países como Venezuela, Bolivia o Ecuador, y que difieren radicalmente del rescate al gran capital aplicado por las mayores potencias mundiales, son rechazadas de plano, aunque con algún matiz discursivo, por las tres coaliciones principales que competirán el 28. El modelo extractivo-agroexpo rtador que se consolidó después de la devaluación, y que está basado en la depredación de nuestros bienes comunes y en salarios relativos por el piso, está fuera de discusión y es el consenso básico de todo el establishment político argentino. Lo que está en debate entonces es qué personal político gestionará la crisis en favor de las finanzas y el gran capital: si el kirchnerismo con sus tímidos arrestos “neo-desarrollistas” y una mayor presencia estatal que garantice los negocios del empresariado amigo; o la variante más ortodoxa y neoliberal, expresada en las dos fuerzas opositoras, que pugnan por un mayor peso relativo de los agroexportadores y la vuelta a las “relaciones carnales” con EE.UU y los organismos financieros internacionales. Las grandes empresas periodísticas como el Grupo Clarín nos han dejado en claro que la mayoría de la clase dominante argentina ha optado por la segunda variante. Como se ve, nada que ganar para nuestro pueblo.
3- Así es que hoy la agenda popular se encuentra bien lejos de la que intentan imponer tanto los K como la oposición de derecha y su política de mano dura: nuestras prioridades pasan por articular la resistencia para evitar que los efectos de la crisis deterioren aún más nuestro nivel de vida. La lucha contra los despidos, suspensiones y rebajas salariales, por el aumento de los presupuestos de salud y educación, por la defensa de nuestros bienes comunes y por políticas sociales universales e inclusivas debe ser nuestra tarea inmediata. Lejos de los flashes periodísticos y de la política espectáculo que nos invaden hoy, es desde estas luchas cotidianas y desde las construcciones de base que iremos creando y fortaleciendo nuestras organizaciones, madurando nuestras propuestas y herramientas de acción, preparando las luchas ofensivas dentro de una perspectiva de cambio social radical.

4- El dato central de estas elecciones es entonces la ausencia absoluta de una alternativa política realmente popular. Es en esta notable carencia donde las organizaciones del campo popular debemos poner el centro de nuestra reflexión y también nuestros esfuerzos organizativos. Es que a pesar de las luchas y los procesos de organización que se han dado luego del 2001, y que en muchos casos aún mantienen vitalidad, no hemos logrado construir una alternativa política con posibilidades de disputa real frente a los poderosos. Lo expresan bien los compañeros del Frente Popular Darío Santillán cuando dicen, respecto de estas elecciones, que “el problema de fondo en este caso es que, como pueblo, no hemos logrado la acumulación de fuerzas necesarias para intervenir e incidir a nuestro favor en un terreno institucional donde las reglas del juego las fijan las clases dominantes.” Esto no significa, de ninguna manera, menospreciar la importancia de la disputa en el terreno electoral, que de hecho ha cobrado gran relevancia en varios procesos latinoamericanos actuales. Mas bien, lo que no compartimos, es la importancia central que pequeñas organizaciones sin inserción real entre la mayoría de los trabajadores suelen otorgarle a una participación electoral con recursos infinitamente desiguales frente a los partidos tradicionales (cosa inevitable) y que no expresa construcciones populares potentes y con capacidad de disputa. Máxime cuando no se hace otra cosa que reproducir en lo electoral prácticas sectarias y divisionistas que afectan incluso a los respectivos trabajos de base. Mucho menos podemos compartir las eternas (y siempre frustradas) expectativas en que “colgarse” de alguna figura del progresismo, más o menos mediática y con buena imagen, pueda reemplazar la necesaria organización popular. Sobre todo cuando estas experiencias devienen en general en el abandono de toda perspectiva anticapitalista y su reemplazo por un pragmatismo extremo. A pesar de no compartir estas perspectivas, de ninguna manera igualamos estos intentos, sean más o menos exitosos, a las prácticas que desarrollan los aparatos políticos tradicionales (hoy el FPV-PJ, Unión Pro o el Acuerdo Cívico y Social) y nos consideramos compañeros de lucha de la mayor parte de los que militan dentro de estos proyectos de izquierda.
5- Nuestro principal problema, como ya dijimos, es la imposibilidad que hoy tenemos en el campo popular de ubicar una alternativa propia en el escenario electoral. Superar esta carencia no depende de una táctica de coyuntura sino de un trabajo, paciente pero persistente, de organización de la resistencia, fortalecimiento de la militancia de base y del ensayo de una articulación política popular y anticapitalista. Por lo pronto, ante las elecciones del 28 desde La Mella planteamos NO votar a ninguna de las alternativas que van a gobernar en nuestra contra, es decir a los K, el PRO, la UCR o la Coalición Cívica. Esto puede suponer votar a cualquiera de las expresiones de izquierda y del campo popular, apoyar iniciativas como el voto propuesta o voto programático como la que impulsa el espacio Otro Camino para Superar la Crisis del cual formamos parte, o votar en blanco o no votar. Como sea, lo relevante para nosotros no es a quién se vote, sino el seguir construyendo después del 28 la organización popular, desde abajo y a la izquierda, y en ese camino aspiramos a construir en unidad aún con los compañeros con los que no coincidimos en el terreno electoral. Porque bien sabemos, en las elecciones se puede jugar el futuro de algún político del sistema o la cotización futura de algún experto en marketing electoral. Nuestro futuro, en cambio, se forja en nuestros trabajos, en nuestros lugares de estudio y en nuestros territorios, organizando, luchando y construyendo todos los días poder popular para otra sociedad.


*Corriente Julio A. Mella*
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