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“Desenvainemos la imaginación”: sueños y creatividad para un mundo mejor
María Alicia Gutiérrez, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
Publicado en Revista Esperando a Godot, Revista de cultura y política, Buenos Aires, Argentina, 2005.
Dos lenguajes y en lo profundo el mismo. El misterio indecible de la poesía y la poesis de la política. El “don” de la poesía al decir de Platón, quien incriminó a los poetas y poetisas de “mentirosos” y por ello los quería expulsar de la República, y la política encarnada en el Frente Sandinista de Liberación quienes pretendían erradicar de la mal llamada República de Somoza la desigualdad, la injusticia, la pobreza, la exclusión.
Gioconda Belli encarna esos dos discursos. Buena parte de su vida es un discurrir por el terreno de lo indecible del amor, amor representado en su histórica participación en las luchas por recuperar la dignidad de su pueblo, amor significado en toda una historia dedicada a la escritura con la capacidad que no muchos poseen de poner en palabras lo inteligible que resiste y persiste en su prolífica trayectoria literaria.
Gioconda Belli estaría, para Platón entre aquellos “buenos poetas” que entendieron y encarnaron el sentir de su entorno y por ello, para la escritora poesía y política amenizaron su paisaje vital en aquellos años de esperanza., donde la mujer nicaragüense jugó un papel importante en la liberación de su país. Del mismo modo que su condición de mujer, participante del ejército revolucionario, encuentra en la palabra el recurso de una voz que clama en la escritura por la gestación de un nuevo mundo.
En el escenario del Foro Social Mundial de Porto Alegre, realizado en el verano del 2002, la coordinación del Grupo de Género del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, estableció una conversación sin tapujos acerca de los enfoques del feminismo, el género, la raza , las clases sociales, en fin, los modos de conjugarse la subordinación. A más de 25 años del triunfo de la Revolución Sandinista se alza la voz no solo de una generación sino de un sujeto que, siendo arte y parte, intenta cruzar la vida privada y pública en una interpretación del mundo actual.
Genealogía , subjetividad y política
M. A propósito de la edición de tu libro EL país bajo mi piel,(2001) que rememoraciones te llevaron a producirlo?
G.B. -El país bajo mi piel es como una especie de relato testimonial, que empieza en los años 1970 y termina en el año 1990. Y es sobre mi participación en la revolución sandinista: es el intento de dar cuenta de un proceso donde perteneciendo a una familia acomodada se produce en mi un quiebre, un conflicto al darme cuenta que tenía que romper con toda esa comodidad si quería participar y cambiar la situación de Nicaragua básicamente representada por una dictadura que duró cuarenta y cinco años. Pero fundamentalmente lo que traté de hacer en el libro es mezclar mi vida privada con la vida pública, porque pienso que la historia siempre se cuenta con el protagonista detrás de los bastidores. Entonces pensé: “Bueno, voy a contar la historia de una de las participantes, de una de las tantas” pero relatada con todos los incidentes, con lo que significó en términos personales. Por ello está contada la historia de mis partos, de mis amores y desamores, de todas las cosas divertidas que pasan y las horriblemente tristes como la muerte de compañeros, de un hombre que yo quería mucho. O sea, traté de dar esa dimensión humana.
M. -Sí, justamente del libro una de las cosas que me interesó es ese cruce muy fuerte entre los dos ámbitos que, por otro lado, ha sido uno de los hitos en la lucha feminista.
G.B. – A mi pareció importante hacerlo, porque una cosa es hablar de lo público y lo privado y que hay que mezclarlo pero precisamente la manera de ver qué es, qué queremos decir cuando decimos eso las mujeres es hacer cosas donde se produzca esa mezcla y demostrar que enriquece y no le quita al material; y que se puede contar la historia desde una perspectiva personal. Siempre se cuenta desde una perspectiva personal, lo que pasa es que se le da una apariencia de objetividad y “como si” el que la está contando no tiene ninguna intención personal en el cuento. Pero realmente la historia siempre es subjetiva.
Discriminación y lucha
M. –Una de las cosas que a mi me interesó del libro o me impactó fue cómo vos pones en carne viva la dimensión de la maternidad y tu deseo de ella conjuntamente con tu pasión por la acción política y por la participación en el proceso revolucionario. En tu recorrido personal sentiste discriminación por tu condición de mujer y de clase porque, como vos bien dijiste, no provenís de los sectores sociales que supuestamente eran revolucionarios?
G.B. –Bueno, discriminación como mujer, si. Yo soy nicaragüense, un país donde el machismo está muy interiorizado social y culturalmente. Sin embargo creo que las mujeres podemos desafiar el machismo más fácilmente de lo que creemos, lo que pasa es que tenemos que arriesgar un montón de cosas. Por ejemplo, yo me casé muy jovencita y el marido que tenía en ese momento quería que yo dejara de trabajar. Dije no, no voy a dejar de trabajar. Entonces me peleé, pues peleé seguir participando, seguir siendo yo y no convertirme en la esposa de un hombre que me iba a estar pasando la plata para la comida y el vestido. Durante el proceso revolucionario el Frente Sandinista fue un lugar donde nos sentimos muy igualitarios. Pero, claro, es lo que pasa en todas las revoluciones, cuando se da el triunfo empieza la marginación. Idealmente, dentro de la revolución, las mujeres que participamos tuvimos puestos muy importantes y centrales, pero en los niveles intermedios. Paradojalmente después de la derrota electoral del Frente Sandinista es cuando las mujeres, con la Presidenta Violeta Chamorro que era una persona conservadora, comienzan a tener posiciones de decisión: Presidenta de la Asamblea Legislativa, directora de la Policía Nacional, presidenta de la Corte Suprema de Justicia, era increíble!!. De todos modos yo pienso que una mujer que llega a educarse y que llega a tomar conciencia de sí es perfectamente capaz de enfrentar ese esquema de dominación. Yo no soy tan pesimista ni siento que nos debemos sentir víctimas. Creo que tenemos el poder de transformar las cosas, lo que ocurre es que uno tiene que pagar un alto costo a nivel personal.
M. – Por qué pensás que en una instancia colectiva como fue el proceso de la revolución, las mujeres participaron activamente y después del triunfo ocuparon algunos cargos pero no posiciones de decisión y que ello se produjo en el gobierno de Violeta Chamorro. Cuál pensás que es el conflicto que se desplegó ante el triunfo de la revolución sandinista?
G.B. –Se dio un conflicto de género en las instancias posteriores al triunfo. En primer lugar la dirigencia del sandinismo era toda “masculina”: los nueve comandantes de la revolución que conformaban esa dirección colectiva eran hombres. Hubo un planteamiento de que las mujeres estuvieran presentes en la conducción pero ellos decían que debía ser de acuerdo a la capacidad. Entonces decidieron poner a una mujer en Bienestar Social, o sea en los cargos típicos de reproducción de lugares tradicionalmente femeninos.
En los cargos intermedios del partido, si hubo participación de las mujeres. Teníamos mucho que decir en términos de la organización de las bases. Durante el gobierno de Violeta Chamorro lo que se da es un contenido más conservador con una apariencia de presencia femenina. O sea que realmente lo que hay que cambiar no es solamente que la mujer participe más. Por eso, el sistema de cuotas no siempre es la política más adecuada a mi manera de ver. Para mí la política adecuada es reconocer que la mujer ha estado marginada, invertir especialmente en la educación de ellas, sobretodo en nuestros países, porque eso tiene un rédito enorme. Amartya Sen, el Premio Nobel de Economía, hace un análisis en su libro Desarrollo con Libertad que me parece genial. Refiere a que cuando el Estado invierte en la mujer e imparte educación, tiene una incidencia directa, por ejemplo, sobre el control de la natalidad y sobre la mejoría de la vida de los niños o sea una mejora en el nivel de vida de la población. Entonces es una manera casi directa de tener una incidencia en levantar el nivel de vida y en bajar ese problema de la explosión demográfica.
Género, neoliberalismo y revolución
M. – Qué pensás vos de las políticas de acción afirmativa y por otro lado, de la viabilidad de la propuesta que vos planteás (estilo Amartya Sen) frente al impacto de políticas neoliberales que justamente no tienen en consideración el desarrollo de la educación ni el cuidado de la salud para el conjunto de la ciudadanía, tanto menos para las mujeres?
G.B. –La acción afirmativa en un modelo neoliberal: es como decir dentro de lo malo, lo menos malo. Pienso que la acción afirmativa tiene un valor importante porque dentro de una mentalidad como la que tenemos actualmente en la sociedad, donde no existe una conciencia clara de la discriminación que se da con las etnias y a nivel de género, la imposición de ciertas medidas como la acción afirmativa son importantes y en un modelo neoliberal es un instrumento de salvación de algunos resabios de derechos liberales. Sin embargo pienso que el modelo neoliberal está “tronando” en América Latina. El caso de la Argentina va a hacer pensar a mucha gente, está creando una reflexión colectiva. A mí me parece que el Foro Social Mundial también es un espacio muy interesante porque estamos haciendo una reflexión colectiva que después todos vamos a llevar a los lugares de donde provenimos y vamos a influenciar la discusión. Porque existen los gobernantes, pero también hay personas que influencian a la opinión pública desde otros lugares en sus países. Creo que hay que empezar una lucha, que hay que montarse sobre este esfuerzo colectivo, colectivizar, globalizar esta movilización nuestra, de la gente por sí misma y lograr propuestas alternativas. En estos tiempos, tenemos un argumento de mucho peso para demostrar que estas políticas neoliberales no pueden seguir siendo aplicadas en nuestros países porque están poniendo en crisis nuestro modo de vida, nuestras tradiciones, todo se está alterando violentamente no solamente el aspecto financiero. Tenemos que luchar contra eso.
M. – ¿Es una lucha global, en el sentido de una estrategia política general lograr acabar con las discriminaciones y opresiones de diversos signos?
G.B. –Yo pienso que hemos avanzado muchísimo. Yo en eso soy optimista. Me parece que en la última década se han dado pasos importantes en relación a, por lo menos, dentro de los países hegemónicos, crear una conciencia. Ahorita es mala palabra el ser machista, ser racista, al menos se ha creado una identidad moral que no acepta la discriminación. Eso ya es un logro para todos. Creo que también se han dado avances importantes en la conferencia en Durban en Sudáfrica, por ejemplo. Se produjeron acuerdos y documentos y los estados tuvieron que firmar resoluciones muy progresistas en relación al tratamiento de las razas. Pienso que en América Latina el problema del racismo no es tan acendrado como es en el caso de los Estados Unidos. Pienso que nosotros tenemos en América Latina mas un problema de clase . Al menos es lo que veo en Nicaragua. El color de la piel no es lo que cuenta, lo que cuenta es en qué lugar estás dentro del esquema de clases de la sociedad. Y en el caso de las mujeres en América Latina a pesar que tenemos la herencia machista poseemos una enorme historia de movilización de las mujeres, de participación. Y por eso creo que tenemos un sentido protagónico que no veo en Estados Unidos incluso. Pienso que a pesar de las doctrinas neoliberales nosotros hemos seguido avanzando. Lo percibo en las organizaciones femeninas. En Nicaragua se han desarrollado cuatrocientas, quinientas, organizaciones, grupos de mujeres, cada cual haciendo lo que puede. Y no con un posicionamiento de víctimas sino en un sentido de tomar las riendas de su propia vida y actuar.
M. –Ahora, vos decías que en las conferencias internacionales de Naciones Unidas de los últimos años, se ha avanzado en las intenciones de articular propuestas y acuerdos entre los gobiernos, pero también sabemos que no son vinculantes y se pueden producir sin grandes costos actos de discriminación de todo tipo.
G.B. – Si, por ejemplo el caso de los árabes después del 11 S. Hay una esencia discriminatoria que no se puede cambiar con declaraciones de las Naciones Unidas. Creo contribuyen a poner el problemas en la palestra del mundo. No se va a acabar de un día para otro, pero el hecho de que el mundo, con su organismo más representativo de la colectividad de naciones, tenga una posición en relación a esas cosas es un avance importante.
M. – Tú crees que resuelto el problema de clases está resuelto el problema de la discriminación por género, raza o etnia, o que son luchas que en algún punto convergen?
G.B. –No, convergen porque tenemos sociedades en donde no es que no haya lucha de clases, como vos decís, pero donde es mucho más igualitaria la situación de la mayoría de la población como en Europa, en los mismos Estados Unidos, donde las clases medias son enormes. Sí hay, sigue habiendo sobretodo el problema de la mujer. Pero yo creo que ese es un proceso que no es lo mismo, o sea, es un proceso largo y donde la mujer tiene que asumir ese rol de transformación. A mi me encanta el planteamiento de las francesas por la paridad. Decir, bueno, somos diferentes y entonces porque somos ya no seguir diciendo que debemos ser iguales, es decir como somos diferentes necesitamos tener una representación que sea proporcional a la cantidad de población que nosotros representamos. Entonces somos otra cosa, entonces si somos el 50% de la población necesitamos una representatividad del 50%. Pero yo pienso que tenemos que seguir luchando porque el problema de esta lucha es que no todas las mujeres están involucradas. Es un problema de valores profundo donde estamos tratando de cambiar un sistema que viene de muchos años atrás. No es como cambiar una política que tiene diez años, veinte años de existencia. Creo que hemos avanzado, queremos avanzar a pasos que quisiéramos estar del otro lado, quisiéramos estar en la Utopía, pero lo que no hay que perder de vista son las transformaciones constantes que se vienen dando y que vienen acompañadas también por retrocesos, o sea avanzamos y de repente hay un gran retroceso. Porque después de la liberación femenina retrocedimos porque las mujeres se espantaron, de decir: “No, estamos perdiendo, ahora trabajando y además de trabajar con la doble jornada.” Entonces eso lo aprovecha la derecha y la mentalidad conservadora para decir están pagando el precio de querer estar a la orilla de nosotros.
Género y poder: “lo personal es político”
M. –Ahora, ¿vos crees que la lucha por la discriminación en el caso del género es un problema de mujeres? ¿La cuestión de género es un problema de mujeres?
G.B. –Bueno, nosotras lo sufrimos más que los hombres, pero los hombres claro que tienen un problema también. A mí me parece que el machismo no es sólo un problema que afecte a la mujer. El machismo es una manera de concebir la vida y de valorar la participación del ser humano dentro del núcleo familiar o de la sociedad de una manera que afecta la plenitud de la participación de uno y del otro. Porque una sacrifica la plenitud de su participación en la vida pública y el otro sacrifica la plenitud de su participación en la vida privada. Entonces tiene que haber un intercambio, la feminización de los hombres y la masculinización de las mujeres, sin que perdamos nuestra esencia sexual, nuestra esencia de ser una mujer y un hombre. Porque entre otras cosas que yo veo también está el problema de que las mujeres muchas veces cuando asumimos poder lo asumimos de una manera masculina, que no hemos inventado o no hemos llegado a entender cómo transportar nuestros valores, nuestra manera de hacer las cosas que es más negociadora, más reconciliadora, tomando en cuenta la emoción, lo personal, los sentimientos. Llevar eso al terreno de lo público. Entonces nos encontramos a una Margaret Thatcher que puede ser mujer, pero que a la hora de actuar en política se comporta como macho.
M. –Y que defienden bastante poco los intereses de las propias mujeres.
G.B. – Entonces las mujeres muchas veces te dicen “No quiero el poder”. Yo he tenido esa discusión con muchas amigas en Nicaragua que huyeron del poder, de la posibilidad del poder porque sintieron que tenían que violentarse a si mismas, o sea que tenían que actuar de una manera que no era compatible con su manera de ver el mundo, sus valores, etc.
M. – El feminismo coloco en un nuevo lugar la dimensión lo personal es político, interpretando la dimensión del poder también en otros espacios, en lo privado donde se podría producir un aprendizaje. ¿Vos crees que es posible tener un ejercicio de poder femenino o hacer un ejercicio de poder femenino? ¿O el poder tiene una lógica donde ni lo femenino ni lo masculino cuentan?
G.B. –No, yo pienso que es posible hacer un ejercicio de poder femenino. Precisamente estoy pensando en una idea para un libro de ficción para tratar de mostrar si realmente sería diferente un poder femenino. Una de las ideas que yo tenía para mi novela es que las mujeres importen ministras. Por ejemplo, en Nicaragua no tenés una mujer que tiene la formación académica para ser ministra de tal y hay una feminista maravillosa en España que te podría venir a ayudar, y le decís: “Bueno, vení a ser ministra mía”. Porque yo no reconozco la soberanía en términos de que vos no podés decirme a mí cómo hacer algo. Porque yo reconozco a la solidaridad como un principio superior a la soberanía, un principio más alto y más loable y más humano que la soberanía. La soberanía podemos decir que es el valor masculino y la solidaridad puede ser el valor femenino, para ser un poquito mecánicos, pero no es necesariamente siempre es así. Otra idea por ejemplo sería dar agua gratis a los barrios para que limpien sus casas, para que la gente tenga su jardín. Ese tipo de cosas se pueden pensar, lo que pasa es que tenemos marcos muy cerrados.
M. –¿Pero eso no sería como trasladar la lógica de la vida privada a la vida pública?
G.B. –y por qué no? eso es precisamente. Esa es la cosa que no hemos podido hacer. Una mujer que habla de tomar el poder o de participar, se inscribe y se ve a si misma dentro de un universo masculino. Cómo introducir nuestro encanto en ese universo masculino es el desafío. Cómo hacer que lo privado y lo público sean más armónicos y para la mujer no sea un gran problema ir a trabajar, por ejemplo.
Discriminación, fundamentalismo y no reconocimiento del Otro
GB - Quisiera decirte que, hablando de discriminación, hay que pensar en esta era de las guerras “no declaradas” dado que para hacer la guerra se necesita un proceso psicológico de discriminación implícito. Porque vos para matar a otra persona tenés que distanciarte, tenés que deshumanizarlo, tenés que verlo como el otro. Y a mí me preocupa mucho pensando en estas situaciones de terrorismo y en las condiciones de la creciente marginalidad y pobreza, la respuesta sea la confrontación bélica, donde se produce automáticamente una situación de discriminación. Ahora, por ejemplo, todos los árabes en los Estados Unidos están siendo señalados, se les está aplicando el “perfil racial” y ese tipo de discriminación va a ser mucho más preocupante, me parece a mí, en la próxima década.
M. –Lo que vos decías me parece que pone en escena, después del atentado a las Torres Gemelas en los Estados Unidos, la dificultad de convivir con la diferencia y ver al otro como un igual pero diferente al mismo tiempo y cómo convivir con el multiculturalismo dado que en Europa, por ejemplo, esto está trayendo una serie de dificultades ya hace varios años.
Nicaragua presente
M. – Te quería preguntar sobre la realidad actual de Nicaragua (año 2002) Cómo ves la situación política general y la situación particular de las mujeres en este proceso?
G.B. –En Nicaragua la situación en este momento es de un impasse porque acaba de tomar posesión un nuevo presidente el 10 de Enero. Hubo un proceso electoral reñido entre el Partido Liberal, que es el partido que está en el gobierno, y el Frente Sandinista tuvo un momento en que pareció que podía ganar. Pero realmente hubo una votación masiva. Yo creo que es la votación más masiva que se ha producido en América Latina. El 96% de la población salió a votar porque la gente ahora cree mucho más en los procesos democráticos, lo cual es un logro muy grande. Pero la situación en Nicaragua está, como en toda América Latina, afectada muchísimo por el neoliberalismo. El Estado se ha ido reduciendo y con ello la atención a ciertos sectores como la educación, la salud, se ha ido disminuyendo. Se han privatizado todos los servicios públicos. El año pasado quebraron cinco bancos. Y después de esa situación realizaron un pacto entre el partido del gobierno y el Frente Sandinista en el que consensuaron instituir en un sistema bipartidista y cerrar el espacio político para que no pudiera participar en las elecciones ningún otro partido pequeño. Yo estuve muy involucrada en la conformación de una alternativa al Frente Sandinista cuando se empezó a “cerrar” y a estar alrededor solamente de Daniel Ortega en un liderazgo inalterable que se ha mantenido. Él está concentrado y no permite que nadie compita con su autoridad y con su posibilidad. Entonces eso ha estancado al sandinismo y su posibilidad de renovación interna. Estuve participando en este nuevo proyecto, pero no logramos nada, nos quitaron la personería jurídica, no pudimos participar en las elecciones porque cerraron todo el espacio.
Partido, representación y protesta global. Utopías
G.B. – Por ello ahora estoy empezando a pensar, y para esto ha sido importante estar en el Foro Social Mundial , que quizás la vía de los partidos se nos está agotando y que va llegando el momento que empecemos a pensar en un suprapartido, en una cosa como ATTAC, por ejemplo, que implicara la globalización de la política, la coordinación política en términos globales, de colectivos, de redes de diferentes organismos, etc, y que pudiéramos entre todos nosotros proponer una alternativa a estos partidos que se han petrificado, en sus formas de operar, se han burocratizado y que ya no representan la vitalidad de las masas ni lo que las masas quieren. En esa perspectiva el Foro ha sido un espacio de esperanza importante. Me ha dado una gran esperanza estar aquí porque veo que la vitalidad de los movimientos sociales en América Latina no se ha apagado, muy por el contrario, hay una vitalidad tremenda, y ahora parece que está empezando a existir ese espacio de comunicación en que podamos darnos cuenta de lo que estamos haciendo cada quien y en que podamos articularnos en un todo para, sin jerarquías por el momento, tratar de poder coordinar acciones juntos. Entonces el Foro ha sido, me parece, una acertadísima acción que se ha hecho, que ha estado muy rico en términos de las discusiones, de la multiculturalidad, de la participación masiva de la gente. Vamos a ver. Este es un momento, me parece a mí, en que muy a menudo uno se deprime porque parece que los obstáculos fueran insuperables y que hemos entrado en un mundo donde el capitalismo reina invicto y donde no hay nada que hacer. El fin de la historia de Fukuyama. Pero yo creo que viniendo a este Foro y viendo lo que está pasando uno se da cuenta que lo que falta es que desenvainemos la imaginación como un arma y que realmente nos tomemos ese espacio de la creatividad, del mundo mejor, del mundo posible y que no dejemos de creer y de soñar.
ContraHegemonía en Ciencia Política
Página Princial
11/11/09
2º enc. Martí - Feminismo y Marxismo - “Desenvainemos la imaginación”: sueños y creatividad para un mundo mejor
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